«Esta ciudad se ha levantado sobre la base de una nueva esclavitud. Una esclavitud virtual. Para que esta ciudad se levante ha debido hacerlo sobre el lomo de la pobreza. Para que exista este burdel de maravillas ha tenido que hacerlo a costa de la humillación. Para que esta ciudad se levante ha debido pisar, para que pretenda ser ciudad del mundo ha debido matar. Esta ciudad se ha levantado a puro pillaje. Esta ciudad ha envejecido prematuramente a su juventud”
(Carmen Berenguer, Naciste Pintada).
Y llego el día. Llego el cambio. Llego el progreso. Llego la ciudad. Llego el olvido.
La misma ciudad que en los años 20 nos expulsaba de sus centros a la periferia, a las chacras. La misma ciudad que nos quiso bombardear y eliminar en los años malditos. La misma ciudad que durante largo tiempo especulo su show mediático televisivo con nosotrxs, llenándonos de insultos, miradas en menos, que nos acusaban de choros delincuentes antisociales (quizás anti-sociales de su sociedad de consumo, de olvido, pasajera y turística), que nos estigmatizaba y nos apuntaba con el dedo del poder. La misma ciudad que luego nos intervino que, con su fuerza, miedo y poder, rodearon la población e intervinieron nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras miradas y nuestras confianzas. La misma ciudad que hizo todo lo anterior, hoy dice que nos viene a proteger de nosotrxs mismxs, que nos viene a entregar calma y tranquilidad, nos viene a dignificar y hacernos parte de su sociedad de cemento, pero ¿Qué significa hacernos ciudadanos?, la misma ciudad que nos expulsó, nos mató, nos estigmatizo, nos intervinio, ¿estará pensando en nosotrxs o en el jugoso valor comercial de los terrenos de la población?, ¿estará pensando en nosotrxs o en la plusvalía del suelo?, ¿estará pensando en nosotrxs o en los futurxs residentes con mayor poder de consumo?, quizás porque somos la maleza de su bosque de cemento.
El Plan Iniciativas Legua, iniciado y ejecutado por el Estado, con los poderes económicos y lxs cientxs de palomas que deambulan en la población, va avanzando. Su objetivo final es incierto, pero estamos claro que no somos parte de él. Hoy derriban un muro quizás para poner otro, el nuevo muro quizás sea un muro movible, que cada cierto tiempo nos expulsara de nuestra población y de nuestras formas de vivir, como el cuento de la Casa Tomada de Cortazar. Día a día seremos expulsadxs de nuestras casas y de nuestras vidas sin darnos cuentas, solo veremos como las calles por donde transitábamos libremente comenzaran a cerrarse, ya no con un muro de ladrillos, sino con la presencia y violencia policial. Veremos cómo nuestras pichangas, los cumpleaños, los asados y las piscinas en la calle se verán interrumpido por los bocinazos de las micros y los nuevos habitantes. Los almacenes, las peluquerías, la feria y nuestras casas cambiaran por boutiques, barberías, supermercados, mall y edificios. Con nuestros lugares ya sin nosotrxs, con nuestras formas extintas.
Hoy crean un plano regulador, para regular lo indómito, para ponerle límites a lo que no se podía limitar, para dividir nuestro territorio y repartírselo a su antojo, donde los más grandes comen mas y los más chicos solo miran. Estos intentos de regularizar no son nuevos, vienen desde tiempos de antaño pero las prácticas son las mismas: Intervenir un territorio, regular su urbanización para que las calles y los territorios no signifiquen nada más que orden, poder y control y luego expulsar a las personas. Quizás en este caso no es una expulsión geográfica-espacial, sino una expulsión de las practicas, de las formas, de la vida misma. Ya no mas encuentros, ya no más prácticas de solidaridad, ya no más bingos, ya no mas pollas, ya no más cumpleaños, ya no más nada. Ahora vendrán los carnavales financiados por privados -un leguapalooza quizás-, los proyectos lucrativos, los edificios, vendrá la vida de la ciudad, no la vida del leguino.
Pero no importa, porque donde haya una cuota de descuido, habrá suciedad. Y de ahí, los hongos y la vida. Y si aparece la vida, aparece la cumbia y las piscinas.
Y ahora que todo es distinto, ¿Qué haremos con los recuerdos?…